
A partir de la zarzuela de M. F. Caballero y M. Echegaray. Dramaturgia: Ll. Cunillé. Dirección.: X. Albertí. Reparto: Ch. Aimée, X. Albertí, P. Arquillué, J. Carreras, M. Cobos, O. Genís, M. Hinojosa, A. Pérez, C. Sánchez. Fórum Vocal. Teatro María Guerrero. Madrid. ★★
Cualquier esfuerzo por mantener viva y actualizar a la zarzuela es loable. Por eso, que una autora teatral de primera como es Lluïsa Cunillé y un buen director como es Xavier Albertí hayan querido hacerle un lavado de cara a «El dúo de La Africana», divertidísima zarzuela de 1893 de Manuel Fernández Caballero y Miguel Echegaray, es una osadía que merecía a priori admiración. Cabe advertir que, aunque hay música en escena, esta producción del Teatre Lliure tiene más de teatro que de zarzuela. Un único piano y un coro sustituyen a la orquesta, ya sea por apuesta estética o por economía escénica.
Lo malo no es eso, que puede entenderse en el contexto del Centro Dramático Nacional, sino que, pese a todos los esfuerzos de Cunillé, sin duda lo mejor de la obra sigue siendo el libreto escrito hace un siglo largo por Echegaray. La autora mezcla en su dramaturgia textos de Valle-Inclán y Gómez de la Serna, y referencias a las antiguas bailarinas como Tórtola Valencia, para ambientar la trama en una república bananera al estilo de «Tirano Banderas», un subterfugio que recuerda al de la película de García Sánchez «La corte de Faraón». Pero los tesoros del montaje siguen siendo el ocurrente retrato interno de la farándula -la compañía de la ficción ensaya la ópera de Meyerbeer del título-, la relación entre los protagonistas -sobre todo el adulterio entre la soprano, Antonelli, y el tenor, Giuseppini, a costa del tacaño empresario y marido, Querubini-, y por supuesto la preciosa partitura de Caballero.
La pregunta es inmediata: ¿lo demás era necesario? Los añadidos de Cunillé aportan poco y son confusos: la autora ha tenido momentos mejores. Al final salvan los muebles la ambientación (el hermoso salón de espejos de Lluc Castells) y un esforzado y bien dirigido reparto, especialmente el Querubini de ese todoterreno que es Pere Arquillé y la Gobernadora de Chantal Aimée. Mención especial merece María Hinojosa: además de aportar sus dotes de cantante, descubre a una estupenda actriz cómica.
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