
¡MIRA QUIÉN BAILA!
Autor: a partir del filme de John Badham, basado en la historia de Nik Cohn. Dirección y coreografía: Karen Bruce. Canciones: Bee Gees. Supervisión musical y arreglos: Phil Edwards. Reparto: Juan Pablo di Pace, Beatriz Ros, Isabel Malavia, Zenón Recalde, Guillermo Sabariegos, Alberto Vázquez, Palmira Ferrer, Nacho Bergareche, El Maño, Isaac Gracia, Adán Aguilar, Vanesa Bravo, Ela Ruiz, Marta Torres, Laura Enrech, Joana Quesada, Belinda Henríquez, Silvia Álvarez, María Hinojosa, José Manuel Villalba, Arneys Rubio, Víctor González, Carlos Bonno, Pedro Martell... Teatro Coliseum. Madrid. ★★
Desaparecidas las «varietés», cierto tipo de musical ha venido a sustituir al cabaret: un buen cuerpo de baile, y a correr. Hay que reconocer que tiene más encanto sentarse en primera fila de «Fiebre del sábado noche» que quedarse frente a la tele a ver «¡Mira quién baila!», aunque, por lo demás, no haya mucha diferencia. El musical tiene números de baile impresionantes y, sin duda, la calidad coreográfica y la habilidad de sus bailarines son lo mejor de esta adaptación de la película de culto de John Badham. Porque, agotada la sorpresa de las piruetas y la sincronización, queda poco más.
Concebida como un musical clásico, esta producción no aporta nada nuevo y es, actoralmente, muy pobre: ha cuidado tanto de que su reparto baile que se ha olvidado de que también ha de reír, llorar, emocionar... Con una honrosa excepción: el divertido Dj sátiro, Monty, de Zenón Recalde. Las canciones de los Bee Gees pierden mucho de su encanto en español a pesar del esfuerzo de un grupo de jóvenes bien preparados para el género.
En Juan Pablo di Pace, el Tony Manero de esta historia, están todas las virtudes y defectos del reparto: un excelente bailarín, un adecuado cantante y un actor justito. Nada que ver con el encanto canalla de Travolta. Todo sea dicho, tampoco Travolta era John Gielgud y en el cine no cantaban y bailaban a la vez, mientras que este reparto derrocha trabajo duro. El musical, pese a todo, depara buenos ratos. Pero es inevitable preguntarse: ¿conectarán los jóvenes de la generación «Tuenti», la que no conoce a Barry White, con esta historia con bola de espejos al fondo?
Autor: a partir del filme de John Badham, basado en la historia de Nik Cohn. Dirección y coreografía: Karen Bruce. Canciones: Bee Gees. Supervisión musical y arreglos: Phil Edwards. Reparto: Juan Pablo di Pace, Beatriz Ros, Isabel Malavia, Zenón Recalde, Guillermo Sabariegos, Alberto Vázquez, Palmira Ferrer, Nacho Bergareche, El Maño, Isaac Gracia, Adán Aguilar, Vanesa Bravo, Ela Ruiz, Marta Torres, Laura Enrech, Joana Quesada, Belinda Henríquez, Silvia Álvarez, María Hinojosa, José Manuel Villalba, Arneys Rubio, Víctor González, Carlos Bonno, Pedro Martell... Teatro Coliseum. Madrid. ★★
Desaparecidas las «varietés», cierto tipo de musical ha venido a sustituir al cabaret: un buen cuerpo de baile, y a correr. Hay que reconocer que tiene más encanto sentarse en primera fila de «Fiebre del sábado noche» que quedarse frente a la tele a ver «¡Mira quién baila!», aunque, por lo demás, no haya mucha diferencia. El musical tiene números de baile impresionantes y, sin duda, la calidad coreográfica y la habilidad de sus bailarines son lo mejor de esta adaptación de la película de culto de John Badham. Porque, agotada la sorpresa de las piruetas y la sincronización, queda poco más.
Concebida como un musical clásico, esta producción no aporta nada nuevo y es, actoralmente, muy pobre: ha cuidado tanto de que su reparto baile que se ha olvidado de que también ha de reír, llorar, emocionar... Con una honrosa excepción: el divertido Dj sátiro, Monty, de Zenón Recalde. Las canciones de los Bee Gees pierden mucho de su encanto en español a pesar del esfuerzo de un grupo de jóvenes bien preparados para el género.
En Juan Pablo di Pace, el Tony Manero de esta historia, están todas las virtudes y defectos del reparto: un excelente bailarín, un adecuado cantante y un actor justito. Nada que ver con el encanto canalla de Travolta. Todo sea dicho, tampoco Travolta era John Gielgud y en el cine no cantaban y bailaban a la vez, mientras que este reparto derrocha trabajo duro. El musical, pese a todo, depara buenos ratos. Pero es inevitable preguntarse: ¿conectarán los jóvenes de la generación «Tuenti», la que no conoce a Barry White, con esta historia con bola de espejos al fondo?
Es que este musical es sólo para "jóvenes" ??
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