«Sonata de otoño»

CARNE HERIDA DE BERGMAN

Autor: Ingmar Bergman. Versión: José Carlos Plaza y Manuel Calzada. Dirección: J. C. Plaza. Reparto: Marisa Paredes, Nuria Gallardo, Chema Muñoz, Pilar Gil. Teatro Bellas Artes. Madrid.

El largo diálogo entre Charlotte y Eva que sirve de zénit a «Sonata de otoño» encierra las claves de esta caja de Pandora familiar: el pecado y la redención, o la ausencia de ella, de una madre imperfecta. Pero a lo largo de todo el texto de Ingmar Bergman, que fue película en 1978 (con Liv Ullman e Ingrid Bergman) y ahora teatro, hay varios momentos de intenso dramatismo. Realmente, la joya de esta «Sonata de otoño» es la perfección del cineasta sueco para mirar en el río de aguas heladas del alma humana: Bergman rompe las máscaras para encontar heridas que sólo la catarsis cauterizará.


José Carlos Plaza recrea con inteligencia este juego de luces y sombras de una familia. El director maneja con corrección y cierta distancia –como si se hubiera empapado de la frialdad del texto– los espacios y ritmos de este regalo para actrices en el que Nuria Gallardo sale airosa con una muy digna y poderosa Eva, y llama la atención la entrega de Pilar Gil como la hermana disminuida. Pero, sobre todo, Charlotte parece hecha a medida de una actriz con la fuerza de Marisa Paredes. La gelidez de la pianista, su carácter vividor, la sorpresa dolida ante los reproches de la hija... Hay que saber darle carne y emoción a un ser así de desapasionado.

Foto: cortesía de Cristina Bejarano

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