
DABUTEN
Autor: Alfonso Sastre. Dirección: Gerardo Malla. Escenografía: Quim Roy. Vestuario: Pedro Moreno. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Reparto: Carlos Marcet, Antonio de la Torre, Enric Benavent, Julián Villagrán, Felipe García Vélez, Paco Casares, Miguel Zúñiga, Saturnino García, Celia Bermejo, Félix Fernández, Francis Portillo, Paco Torres, Luis Marín. Teatro Valle-Inclán. Madrid. ★★★
Justicia poética: Alfonso Sastre, estrenado en el Teatro Valle-Inclán, cuando el Gato Negro, el tugurio de techos de zinc donde todo ocurre, bien pudiera ser, en espíritu, la taberna de Pica Lagartos de «Luces de Bohemia». Tal es la estela de un maestro en otro. Conviene dejar claro que «La taberna fantástica» no es sólo un fenómeno popular de los años 80: es un gran texto dramático. Y Gerardo Malla, quién si no él, que ya triunfó con esta obra, sabe extraer allí donde parece que sólo hay dolor marginal, un humor canalla que invita al espectador a reír, sin crueldad, casi con compasión hacia los seres descarriados que pueblan esta jornada de alcohol y bravatas, de trifulcas, de entierros empapados en anís y botellines.
Más auténtica no puede ser esta historia de quincallas y alondras, de garitos del extrarradio madrileño en los años 60. Malla conserva el sabor hiperrealista del montaje original con un decorado corpóreo –clásico sí, se podía hacer de muchas formas y ésta es una– a la orilla de una ciudad que despierta al nuevo milenio y da la espalda a lo que la afea: la escena final es una hermosa metáfora de la destrucción de una época.
Esta casta en extinción encuentra voz el trabajo sobresaliente de un reparto compacto y de nivel medio muy por encima de lo habitual. Sigan a Julián Villagrán: su Paco el de la Sangre es muy divertido y está, como el Rogelio de Antonio de la Torre o el Carburo de Felipe García Vélez, ebrio de poesía callejera en cada gesto; Carlos Marcet, veterano en el teatro y en la historia de esta obra, clava a Luis el tabernero, un tipo de vuelta de todo; fenómeno también el Caco de Enric Benavent, borracho corto y tierno; y estremecedor el Badila de Miguel Zúñiga; Paco Casares, como el Autor, recrea con clase un trasunto del propio Sastre... Y así todos. En fin, una obra dabuten.
Foto: Alberto Nevado
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